Las actividades humanas han calentado la tierra, los océanos y la atmósfera, nuestro planeta tiene en la actualidad una temperatura de 1,1 °C superior a la que tenía en el siglo XIX, de hecho, el año 2020 fue uno de los más calurosos registrados. Por eso no es exagerado afirmar que estamos ante una crisis, y de grandes proporciones, debido a que el aumento de las temperaturas está cambiando los patrones climáticos y trastornando el equilibrio de la naturaleza, poniendo en riesgo todas las formas de vida.
En el último informe presentado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) publicado en febrero del 2022, se advierte que América Central y del Sur se encuentran altamente expuestas, vulnerables y fuertemente impactadas por el cambio climático. Lamentablemente, muchos eventos extremos ya están afectando la región y se prevé que se intensifiquen. Los cambios en la temperatura global tienen diversas y dramáticas consecuencias tanto para los humanos como para la flora y fauna.
Algunos efectos:
Varían las precipitaciones, pasando de lluvias leves a tormentas más intensas y frecuentes, lo que a su vez provoca inundaciones y deslizamientos que desplazan a comunidades enteras. Por otra parte, resulta paradójico que donde se requiere de agua no llueve, el líquido escasea y se presentan sequías, cada vez hay más zonas áridas y desérticas con terrenos no aptos para el cultivo de alimentos. Las olas de calor avivan los incendios forestales propagándose a gran velocidad, estos incendios liberan grandes cantidades de CO₂ en la atmósfera.
Hacia mediados de 2019 se produjeron incendios forestales sin precedentes en el Ártico. Solo en el mes de junio esos incendios emitieron 50 megatoneladas (Mt) de CO₂ en la atmósfera. También la selva amazónica se vio muy afectada por las sequías, lo que resultó en altas tasas de mortalidad de árboles.
El océano sube de nivel, dado que absorbe la mayor parte del calor del calentamiento global, se derriten las capas de hielo y se eleva el nivel del mar, amenazando a las comunidades costeras e insulares. Un mayor nivel de dióxido de carbono hace que el mar sea más ácido, lo que pone en peligro a la fauna, los arrecifes de coral, estuarios, manglares y en general a toda la vida marina. Durante el período 2014-2019, la tasa de aumento medio global del nivel del mar fue de 5 mm por año.
Infortunadamente, todos estos eventos ponen en riesgo inminente la supervivencia de muchas especies animales que por las condiciones meteorológicas extremas deben sortear amenazas y migrar.
En cuanto a los seres humanos, el cambio climático repercute directamente en la salud, pues se propagan enfermedades transmitidas por vectores como la malaria, el dengue, el chikungunya y el zika. Otro riesgo para la salud tiene que ver con el hambre y la malnutrición en regiones donde la gente no puede cultivar o encontrar suficientes alimentos.
Estas situaciones evidencian que urge revisar críticamente los objetivos, los principios y fundamentos de modelos de desarrollo que agravan estos conflictos ambientales. Los enfoques de investigación que integran el conocimiento indígena y los sistemas de conocimiento local con las ciencias naturales y sociales han aumentado y están ayudando a mejorar los procesos de toma de decisiones, a la vez que se adoptan medidas de mitigación y adaptación al cambio climático.
Fuentes consultadas: