“Cada comunidad puede tomar de la bondad de la tierra lo que necesita para su supervivencia, pero también tiene el deber de protegerla y de garantizar la continuidad de su fertilidad para las generaciones futuras” papa Francisco.
Las comunidades desempeñan un papel de gran importancia en procesos de reforestación exitosos, dado que conocen los territorios pueden identificar oportunidades, problemáticas y condiciones particulares de su riqueza forestal. Están presentes en diferentes etapas de los proyectos de reforestación y es ideal que se involucren desde un primer momento cuando se da a conocer el proyecto.
La opinión y participación de las personas que pertenecen a la comunidad donde se va a realizar la reforestación es muy valiosa y pertinente porque cuentan con la memoria histórica del lugar que habitan, lo que permite hacer un diagnóstico que arroje información como la caracterización del sitio a reforestar, el clima, la topografía, el tipo de vegetación circundante y los usos de suelo. Incluso en la fase de planificación es responsabilidad de la comunidad proponer y escoger las especies de árboles a sembrar, teniendo en cuenta los objetivos que se proyectan y los beneficios esperados en el entorno.
Ya en campo el trabajo comunitario aparece nuevamente. Hay comunidades que organizan mingas para ayudar en las diversas tareas que se requieren en las jornadas de plantación, recolectan material vegetativo como semillas, estacas y varetas. Las comunidades hacen grandes aportes no solo en el momento de las siembras, sino también en la conservación y el mantenimiento.
Para la investigadora María Reyna Hernández “La reforestación no solo implica plantar el arbolito en un sitio abierto y abandonarlo con la idea de que se convertirá en un adulto que provea agua y oxígeno. La reforestación, como ya se mencionó, involucra diferentes etapas, también la supervisión y el mantenimiento de la plantación en los años subsecuentes son vitales para disminuir las tasas de mortalidad”. En este sentido, a los esquemas participativos que involucren a diferentes actores en la reforestación, tales como integrantes de la comunidad, autoridades municipales, organismos gubernamentales, no gubernamentales, universidades, etc. que toman decisiones consensuadas con respecto al diseño de la reforestación, supervisión y aprovechamiento en el mediano y largo plazo, se les conoce como Reforestación Comunitaria o Reforestación Rural.
Por otra parte, también hay participación de la comunidad en las jornadas de socialización de los resultados. Allí se comparten las reflexiones sobre los aciertos y fallas en las siembras, revisando hallazgos, sacando conclusiones y lecciones que llevan a un aprendizaje continuo.
Sin duda es una participación muy valiosa y se hace necesario que más miembros de las comunidades se involucren. Para llamar la atención y el interés de las personas es clave apostarle a una educación ambiental que posibilite comprender los conflictos ambientales y que además sea detonante de una participación activa de la ciudadanía. Aunque en Colombia la educación ambiental ha venido creciendo en importancia y cada día aumentan las preocupaciones frente al deterioro ambiental acelerado y las formas de interacción y comportamiento del ser humano con la naturaleza; el país debe colectivamente construir y desarrollar alternativas para comprender el papel de las comunidades locales en el cuidado y conservación de los territorios y sus bienes naturales.
Una educación y pedagogía ambiental que se base en lo local y tome como referencia a la comunidad y su trabajo práctico, es un instrumento fundamental para el cambio que la sociedad necesita, mediante la formación de ciudadanos que renueven una cultura preparada para afrontar los cambios que se han generado en el planeta a causa de relaciones erradas e irracionales.
Fuente de consulta:
Reforestación comunitaria: una dualidad en el contexto socio-ambiental