En cuestión de milésimas de segundo cambia el mundo, en un abrir y cerrar de ojos hacemos la diferencia.
La degradación del ambiente tiene su historia y su principal causa es el ser humano. El medio natural ha sido transformado y llevado a un máximo de explotación que está dejando al planeta sin recursos.
Desde la introducción de la agricultura, que nos provee una gran cantidad de alimentos, se ha provocado un lento cambio en el paisaje natural. Esto ha aumentado la cantidad de bosques de cultivo y pasto tratado, llevando a una corriente de degradación del suelo. Por otro lado, están los avances científicos y tecnológicos que, aunque hacen la vida más fácil a los seres humanos, también han contribuido a la invasión de bosques, a la industrialización descontrolada y al acelerado crecimiento demográfico, uno de los principales degradantes del medio ambiente.
A lo largo del siglo XX, la humanidad ha superado la cifra de 6,000 millones de habitantes y ocupa prácticamente todo el planeta. Los bosques son talados para obtener madera y nuevas zonas agrícolas, mientras que los recursos marinos y del subsuelo se explotan a tal escala que pronto podrían agotarse.
Hemos llegado al punto de justificar nuestros deseos de satisfacción creando más y más necesidades que jamás tuvimos. La degradación del ambiente es proporcional a la degradación de nuestra capacidad para hacer las cosas por nosotros mismos, esperando que alguien algún día cree algo con los recursos de la naturaleza para hacernos la vida más fácil.
El pasado sábado 7 de octubre, celebramos con orgullo la unión y el sentido de responsabilidad ambiental de una gran familia que representó el arrepentimiento y las ganas de remediar el daño causado. Más de 200 personas, entre niños y adultos, sembraron 200 especies retenedoras de agua en la Serranía del Majuy de Cota. Fue un espacio lleno de sonrisas y esperanza que invita a muchas otras empresas a darle un respiro al medio ambiente.
Esta jornada no solo simbolizó un esfuerzo colectivo por la conservación, sino también una oportunidad para reflexionar sobre nuestras acciones y su impacto en el planeta. Cada árbol plantado es un paso hacia la restauración de nuestros ecosistemas y una promesa de un futuro más sostenible.
La conservación es un estado de armonía entre el hombre y la tierra. Es nuestra responsabilidad proteger y preservar el medio ambiente para las generaciones futuras. Al unirnos en estos esfuerzos, demostramos que es posible corregir nuestros errores y transformar nuestros actos en oportunidades para un planeta más saludable y equilibrado.
Continuemos trabajando juntos, con el compromiso y la determinación de hacer una diferencia positiva. Cada acción cuenta, y juntos podemos crear un impacto duradero en la protección de nuestro hogar común.