De los 9 millones de hectáreas de bosque que originalmente tenía Colombia, hoy solo queda en pie el 8%.
Biológicamente, el bosque seco es el hogar de especies como el mono tití cabeciblanco, uno de los primates más amenazados del mundo según la UICN, además de micos aulladores, lagartijas azules, colibríes, loros, guacamayas, boas constrictor y arañas lobo. Es un verdadero paraíso.
En ciertas épocas del año, el bosque seco parece un desierto, pero con la llegada de las lluvias, se transforma en una explosión de plantas multicolores como guayacanes amarillos, ocobos rosa y cámbulos rojos, comparables en biodiversidad y espesura a la selva amazónica.
Un estudio reciente del Instituto Humboldt, que se convertirá en un libro a mediados de año, revela que de los 9 millones de hectáreas originales de bosque seco, hoy solo queda el 8%. Esta cifra es aún más optimista que la de Juan Manuel Díaz Merlano, director científico de la Fundación Marviva, quien sostiene que solo queda el 1.5%.
Tanto el Humboldt como Merlano coinciden en que gran parte de este ecosistema ha sido destruido para introducir ganado y cultivos agrícolas. Además, el 65% de las tierras deforestadas presentan desertificación y están degradadas.
Wilson Ramírez, uno de los expertos del Instituto Humboldt, explica que la grave degradación del bosque no se resuelve solo con áreas de reserva. “Para un sistema tan degradado, el escenario de conservación en áreas protegidas puede ser insuficiente; por eso, la restauración ecológica debe ser una estrategia clave”, explicó.
La destrucción del bosque ha afectado la supervivencia de 1,200 especies de plantas, 26 de ellas endémicas; 230 especies de aves, 33 endémicas; y 60 especies de mamíferos, tres endémicos. El bosque seco también alberga frutas como el mamoncillo y el níspero, y el palo santo, utilizado para hacer repelentes e extraer espinas. Una cuarta parte de las medicinas actuales proviene de su flora, y el 70% se identifica como útil para tratar tumores malignos.
El bosque seco también ayuda a mitigar el cambio climático y a acumular agua de lluvia. Sin embargo, es talado diariamente, lo que aumenta la temperatura, disminuye la evapotranspiración y reduce las lluvias, provocando la pérdida de capacidad del suelo para retener agua y aumentando las inundaciones.
En Colombia, los bosques secos aislados se encuentran en la isla de Providencia, La Guajira, la serranía de Piojó (Atlántico), las islas del Rosario y los Montes de María (Bolívar), alrededor del río Patía (Cauca), en el cañón del río Dagua (Valle), en el valle del río Sogamoso (Santander) y en Mariquita y el cañón del Sumapaz (Tolima).
Otra porción se conserva en la serranía de San Lucas, donde enfrenta grandes riesgos por la minería ilegal y la deforestación para introducir palma africana. Parques Nacionales Naturales confirmó la creación de un parque nacional en San Lucas para proteger este bosque. También se planea un área protegida para los bosques secos del Patía en el Cauca.